I'm a new broom. Sweep, sweep, b**ch!
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A poco más de seis meses de haberme insertado en el ejercicio profesional de la Contaduría me he dado cuenta de algo: la Contaduría es una profesión conservadora.
Si, como lo leen. Estudié una profesión conservadora. Posiblemente mi generación de Contadores vendrá a modernizar la profesión contable, pero mientras la vieja guardia siga al frente de la profesión, no creo que haya mucho cambio al respecto.
Estamos acostumbrados a ver a los Contadores de traje, business suit. A las Contadoras en traje sastre, estilo Hillary Clinton. Estamos acostumbrados a ver a todos los profesionistas del área, cuando son de renombre, retratándose con el mismo traje, el mismo fondo, la misma pose y la misma cara. Basta ya de crear profesionistas de molde.
La realidad de las cosas es que ya no estamos en el siglo XX, donde a raíz del ascenso de los grandes centros financieros y de negocios, todos deben ser cuadrados, conformar a un estándar y presentar una imagen rígida.
La formación del Licenciado en Contaduría sigue dominada por este estereotipo. En la "Open House" para papás de la Facultad de Contaduría y Administración cuando entré hace cuatro años, el Director de aquél entonces le dijo a los papás de los alumnos de nuevo ingreso: "Señores, cuando sus hijos estén en los semestres más avanzados, se espera que vistan de una cierta manera, más apta para el ejercicio profesional". Como por????? ¿Desde cuándo la apariencia de una persona define su aptitud para el ejercicio profesional?
Y por si no fuera poco, fui fashion-shamed por alguien en mi trabajo el otro día. Habiendo regresado parcialmente a la oficina, el dress code (código de vestimenta) ya es de aplicación estricta, como en tiempos antes de la pandemia. La persona estaba acostumbrada a verme en sudadera de UABC, jeans y tenis, porque el dress code no era de aplicación obligatoria mientras el regreso no fuera total. Pero al verme adherido a la norma, el otro día comentó: "Ay, mira, ya te arreglas. No como antes que venías todo zarrapastroso a trabajar. Como te ven te van a tratar."
Excuse you?????? SeñorA, puede ser que usted me trate mal por "zarrapastroso", pero nunca nadie de mi generación ha menospreciado mi conocimiento de la profesión por no conformar al estándar de la vieja guardia. Si algo no tolero es el pensamiento retrógrada de las personas, aunque sean de edad y tengan el estatus que tengan. Estamos en el siglo XXI.
I'm not a regular Conta, I'm a cool Conta.
No seré la mamá de Regina George (véase Mean Girls para obtener el contexto), pero si soy un Conta que no quiere adherirse a los estándares del pasado.
Migremos hacia un ejercicio profesional libre de prejuicios, libre de críticas basadas en estereotipos, libre de malicia, cizaña y de pensamiento retrógrado. Las universidades, los colegios de profesionistas y los despachos se enaltecen el ego presumiendo de que la formación profesional o el ejercicio profesional de sus integrantes está a la vanguardia para el siglo XXI, pero no es así. Si así lo fuera, no me habrían criticado por mi "zarrapastrosidad".
Estoy cansado de ver a los mismos Contadores de siempre dar sus ponencias, entrajados, utilizando el montón de jerga que ni ellos entienden y preservando el exceso de formalidad. Ya por favor déjense de cosas, no estamos en 1950. Wake up and smell the coffee, you fossils! Estamos en una era más igualitaria.
No digo que descontinuemos los modales de llamar a nuestros profesionistas por sus títulos correctos "Contador", "Licenciado", "Ingeniero", etc., pero sí estoy pidiendo se descontinúe el exceso de formalidad que es tan aburrido.
Normalicemos el abandono de la jerga para tratar con los clientes o con otros profesionistas que no son Contadores. Si ni siquiera entre los profesionistas del área de negocios nos entendemos, ¿qué esperan de otra gente que ni siquiera estudió o que ni siquiera se preparó en temas de negocios? Hagamos todo más sencillo de lo que tiene que ser. No digo que hablemos en términos domingueros, pero tampoco causemos el reflejo de un gran signo de interrogación en los rostros de los clientes o miembros de equipos multidisciplinarios.
Yo soy el Conta que si ve que te llega un requerimiento del SAT, te va a decir "Ya te ch*ngaste" para que entiendas la gravedad del asunto.
Normalicemos el abandono del rígido código de vestimenta de las organizaciones. ¿Quieren ser un Great Place to Work? Entonces hagan que sus instalaciones sean cómodas para sus colaboradores y que puedan vestir cómodamente para realizar sus labores. No pido ir en pants pero tampoco es necesario andar en pantalones de vestir y zapatos todos los días. Yo soy el Conta que es capaz de llegar en saco, playera de color lisa, skinny jeans y tenis. Y si no les gusta, so-por-ten.
He pasado por tantas cosas en mi vida, personal y profesional, como para tener que perder mi individualidad para ser consumido por the men and women in grey suits. El desempeño profesional de una persona no depende de su vestimenta, de su forma de hablar ni de la formalidad que le dé al trato con los demás. El desempeño profesional de una persona depende de su conocimiento, esfuerzo, dedicación y empeño a su labor y solamente de eso. Pido ser evaluado por terceros conforme a esta base. La crítica de la persona de mi oficina es nula bajo este criterio y todos los comentarios que emita al efecto serán nulos.
Yo soy la primera persona que toma la bandera de la contaduría y la ondea por los cielos, manifestando el orgullo que siento de pertenecer a tan honorable y prestigioso gremio. Pero también seré la primera persona en señalar que estamos dominados por un estereotipo conservador y retrógrada en la profesión.
Es hora de darle nueva vida a la contaduría, es hora de traer sangre nueva a la profesión, es hora de traer a esta profesión al siglo XXI, es hora de mantener a esta profesión en una constante actualización de sus ideales. Charles Darwin dice que solamente los más aptos sobrevivirán. Y si bien la contaduría se ha podido adaptar funcionalmente a la tecnología, ¿por qué no adaptarse ideológicamente a la realidad social y corporativa?
Traigamos a la contaduría al siglo XXI.
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