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The semester from hell: ¿qué @!=*#&% acabo de vivir?

Foto del escritor: L. C. Alexis Cruz RubioL. C. Alexis Cruz Rubio

Mi semestre resumido en un Tweet.

Si, el título de este artículo es bastante claro respecto de lo que pasó este semestre. THIS WAS THE SEMESTER FROM HELL. Pero al menos ya terminó. Hoy 28 de mayo, concluyo mi sexto semestre de la Licenciatura, y no fue fácil llegar aquí.


A manera de contexto breve, los primeros tres semestres de mi carrera fueron lo máximo: estudié, aprendí un chorro con mis profes (en su mayoría eminencias del área), hice tareas, me estresé, lloré, grité, pataleé, en algún punto le lloré a alguien en el hombro en la escuela por la adrenalina y el estrés, pero también socialicé, salí, bebí, bailé, canté y me divertí muchísimo, todo indicaba que los siguientes cinco semestres serían así. Vaya sorpresa que me llevé.


El COVID llegó para cambiarlo todo: desde mediados de mi cuarto semestre de la carrera. La cuarentena vino a aligerar la carga de trabajo para el periodo de finales en 2020, todo bien, todo tranqui. El quinto semestre fue un poco más apresurado, debido al recorte de tiempo que hubo (por la esperanza de que regresaríamos antes de finalizar el año, pero no fue así), vivía de sol a sol frente a la computadora, haciendo una cantidad excesiva de trabajos y tareas, pero se pudo sacar adelante.


Entra enero del 2021, tomé un curso intersemestral. Fue una experiencia interesante, entre que el profe daba la clase encerrado en su baño (no lo juzgo, después de 10 meses encerrados en caso con toda la familia, yo creo que es el único lugar donde encontraba paz y serenidad) y las ocurrencias de mi querida amiga Jayani, fue una experiencia amena. Quién diría que en unas semanas cambiaría de parecer respecto de la escuela.


Febrero llegó con muchos cambios: académica, personal y laboralmente hablando. No abundaré en detalles de mi vida personal, porque no todo se exhibe en internet, ¿verdad? You gotta keep some sh*t for yourself, daaaaahling!!!!!

Antes de irme a mi primer día de trabajo, 2 de febrero del 2021.

Laboralmente, había empezado a trabajar en un despacho de nóminas, haciendo conciliaciones entre el importe neto de la nómina contra los estados de cuenta bancarios. Not what I expected. Me gusta hacer cosas, no revisar. Quería aprender a hacer las cosas como se hacían en la vida real, needless to say, que me equivoqué de trabajo, porque de conciliar estados de cuenta no iba a pasar... Gran desilusión que me causó mi primer office job, pero afortunadamente pude escapar de mi miseria, aunque no fue de la forma convencional (más adelante les explicaré).


Académicamente y aunado a lo anterior, me vi en la necesidad de cambiarme de turno en la escuela: hello, turno vespertino. Pensé que la vibra sería diferente, todos aprendiendo entre todos, compartiendo experiencias del campo laboral, pues, la gran mayoría de los estudiantes del turno trabajan por la mañana. Oh, sorpresa. Me encontré con una triste realidad: muchos vienen nomás a pasar materias para que les den el título, no tanto para aprender o, por lo menos, esa es la vibra que proyectaban casi todos. Pero en fin, a pesar de eso, logré entablar amistad con varios del grupo, y pude reconectar con mis eternos compañeros y mejores amigos de carrera: Meme y Andrés, quienes habían hecho su cambio de turno el semestre anterior.


Ahora, si los compañeros no ayudaban mucho, algunos profesores menos. Para muchos que dan clases entre 4:00 y 10:00 pm, este es su segundo trabajo, el side hustle: "Doy clases por amor al arte". Si bien, para muchos docentes pudiera ser verdad, pareciera que para varios de los que me tocaron no lo fuera.


Me llevé una gran decepción en varias materias importantes, el ambiente de aprendizaje era hostil y cuando se nos presentó la oportunidad de comentarlo con la Dirección, los profes tomaron de mala forma. Decidí entonces que, caso contrario a lo que hubiera hecho en el turno matutino (en el cual los profes eran más propensos a aceptar este tipo de comentarios constructivos), me quedaría callado, salvo que ocurrieran circunstancias extraordinarias. En todo caso, había de dos sopas: o le comentaba a la coordinadora qué onda en el momento y me atenía a las represalias de los profes (que impactarían negativamente en mi promedio) o me quedaba callado todo el semestre y le decía al final a la coordinadora, solo para que me dijera que porqué no le dije en tiempo y forma. La decisión no fue fácil, but I stood by it. No dije nada porque no fuera a ser que me pasaran a fregar mi hermoso promedio.


But I digress... ¿Se acuerdan que les dije que escapé a tiempo de mi trabajo? No sé si era una señal de Dios para que reflexionara si realmente quería seguir con mi carrera o si fue una advertencia para el cuidado de mi salud, de cualquier forma que haya sido, como dice el meme "Pues sucedió, wey".


Así mero, simplemente sucedió. Tuve COVID a principios de marzo. Dos semanas encerrado en mi cuarto sin ningún tipo de contacto con el exterior, porque mis amigos todos ocupados con sus trabajos y la escuela, solamente me escribían mensajitos mañaneros para ver cómo estaba y así.


El covid entró por la puerta y las ganas de trabajar huyeron por la ventana...

Bien dicen por ahí que la ociosidad es la madre de todos los vicios y uno encerrado, piensa cosas... Si por default yo soy una persona que piensa demasiado las cosas, ahora con tanto tiempo en mis manos, encerrado entre cuatro paredes, completamente solo, me puse a pensar. Tuve una crisis existencial, toqué fondo, dudé de todas y cada una de las decisiones que me trajeron hasta ese momento en el tiempo. No estaba bien. Si bien, nunca dejé de atender la escuela, conectándome (en pijamas acostado en la cama de tan cansado y mal que me sentía) a todas mis clases, mi entusiasmo había desaparecido por completo, junto con mi sentido del gusto y del olfato.


En fin, ustedes se preguntan "¿Cómo es que escapaste del trabajo?" Sencillo: la paranoia post-COVID. El miedo de reinfección was real... Cobrada la incapacidad del IMSS, decidí no regresar. Mi lógica de Contador me decía que atendiera al postulado básico de Asociación de costos y gastos con ingresos: si, el trabajo me genera ingresos, pero ¿a qué costo? ¿Valdría la pena arriesgar mi salud nuevamente o la de mi mamá por unos cuantos pesos? Sin vacuna, yo no juego.


Después de intentos fallidos de reinserción al ámbito laboral contable, me di por vencido. Preferí terminar mi semestre con todas las ganas del mundo, como siempre lo hemos hecho. Sin embargo, el último tirón que empezó en la última semana de abril hasta el día de hoy fue desgastante. Entre que los profes que andaban (digámoslo así) rezagados se pusieron las pilas y los que si andaban pilas le metieron turbo, sentí el agua al cuello. Todavía al momento de publicación tengo pendientes para el día del ordinario, pero pues... Una de siete no es ninguna.



Se los juro que llegué al último mes del semestre así, echándole agua al shampoo de motivación.

Retomando lo que decía de que sentía el agua al cuello, todos los demás andaban bien campantes de la vida. Mi naturaleza súper organizada no me permite gozar de la vida mientras tengo la montaña de pendientes, entonces empecé a movilizar a mi gente. Aprovecho el espacio para agradecerle a Andrés y Meme, mi sostén emocional, por aguantar todos los ataques de burnout que sufrí durante el último mes. Sin ustedes no estaría aquí escribiendo ahorita <3



En el momento que estábamos presentando esta exposición, mi motivación estaba por los suelos, pero lo logramos!!

¿En qué me quedé? Ah, si, movilicé a mi gente: Andrés y Meme, neta que se la rifaron. Los demás compañeros con los que hice equipo también, aunque Andrés y yo podríamos nombrar algunos casos excepcionales, todo se sacó adelante en tiempo y forma. Al penúltimo día del semestre, solo me quedaban los trabajos individuales por atender, para los cuales necesité la motivación de Andresito chulo para seguirle, porque me sentía bastante quemado.


Con todo y el burnout, me sentí con las ganas de escribir para ustedes, este artículo va recién horneado a sus pantallas, para que vean que, aunque parezca que tengo todo bajo control, no lo tengo y está bien no tenerlo. Créanme que más de una vez he llorado haciendo la tarea, por el estrés de todo, pero después de la tormenta viene la calma. En estos dos meses que siguen, me voy a dedicar a trabajar, a seguir estudiando como buen morro castroso de los plumones (se viene un intersemestral muy interesante) y a recargar pilas: Lord knows I need it...


Como siempre, quiero agradecerles a todos los que llegan hasta el punto final por tomarse el tiempo de sentarse a leerme y por el apoyo que me han estado dando desde que lancé este proyecto, que me apasiona muchísimo. A todos los que me leen por primera vez, los invito a leer el resto de mi contenido y a estar al pendiente de las novedades, que se vienen temas muy interesantes. Gracias a todos, hasta la próxima!!

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